“Siento en el alma tener que dar esta terrible y triste noticia. Nuestro hijo Alan se quitó ayer su corta vida de 17 años. No pudo con la presión de la sociedad y nos ha dejado para siempre. Muchas gracias por todo vuestro apoyo recibido.”
Con estas palabras, la madre de Alan comunicaba el suicidio de su hijo, agobiado por la incompresión y la presión que sufría en su vida cotidiana, en el colegio, en la sociedad.
Aún hay quienes llama a las personas transexuales enfermas. Y realmente, quienes son la enfermedad, los agentes patógenos en sí, son los que les señalan con el dedo y les hacen la vida imposible.
Descanse en paz Alan, pero no descansen nunca quienes luchan por los derechos humanos.